Lo que necesitan los niños

En esta cápsula informativa se revisarán algunos lineamientos educativos que responden a la pregunta de lo que necesitan los niños para desarrollarse y convertirse en adultos felices, responsables y maduros. Estos lineamientos son establecer una relación nutricia, determinar obligaciones, límites o consecuencias y permitir espacios de elección libre.

¿Qué necesitan los niños? ¿Cómo educarlos? Los padres a veces se confunden cuando intentan encontrar la manera adecuada de educar a los niños. Existen en los padres muchos temores: ser demasiado estrictos o ser demasiado permisivos o consentirlos demasiado o imponer reglas tan rígidas que aplasten al niño y lo transformen en una persona insegura o sometida.

No es fácil educar. En la crianza intervienen además la personalidad del padre y el carácter del hijo. A veces esta combinación es armónica, pero en ocasiones se da un enfrentamiento entre ambos. Lo que para un hijo funciona no es lo mismo para otro. O lo que hicieron los padres en una época de la vida no aplica en otro momento.

Educar es una tarea cotidiana que no termina hasta que los hijos alcanzan la mayoría de edad. Es una tarea que requiere de continuas adaptaciones y que no obedece a fórmulas sencillas.

Sin embargo, existen tres lineamientos que pueden ser útiles para inspirar la ruda labor paterna y que siempre deben estar presentes en la relación padres e hijos. Nos referimos a los tres lineamientos que son: establecer una relación nutricia, determinar obligaciones, límites o consecuencias y permitir espacios de elección libre.


Establecer una relación nutricia
Los niños necesitan ser alimentados sanamente, ser vestidos apropiadamente, tener un techo que los proteja, recibir educación y obtener el amor de los padres. Algunas de estas necesidades prioritarias para el desarrollo de los niños son consideradas por las instituciones que defienden los “Derechos Humanos de la Infancia”. Al final de esta Cápsula informativa se encuentra una liga a un sitio en Internet donde se encuentra información sobre este tema.

En este espacio vamos a hablar de la manera en que los padres u otros adultos pueden hacer que el niño se sienta amado, considerando que están cubiertas sus necesidades básicas de sobrevivencia que defienden los derechos humanos.

Para establecer una relación nutricia con el niño es importante desarrollar algunas de las siguientes actividades, conductas y actitudes.

• Jugar con el niño.
• Acariciarlo, besarlo o abrazarlo.
• Practicar juntos un deporte como el fútbol.
• Reír juntos.
• Platicar.
• Decir chistes.
• Contarle cuentos.
• Escuchar música.
• Enseñarle una actividad manual.
• Ver películas o TV juntos y comentarlos.
• Y otras muchas actividades de convivencia.

Cada niño y cada adulto son diferentes. Lo que para uno es aburrido, para otros es divertido y motivante. Es importante que el adulto elija aquellas actividades que le sean gratas, para que él también se divierta con el niño y no solamente lo acompañe como un sacrificio o un deber.

Convivir con el niño a través de las actividades amorosas, nutricias y lúdicas hace que el niño se sienta querido, aprenda a sentir amor por la vida y sus padres o/y consiga la motivación para lidiar con las dificultades de la vida. Es como si hiciéramos un ahorro en la cuenta emocional del niño, donde éste puede retirar los recursos cuando más falta le haga.


Aplicar obligaciones, límites y consecuencias
El niño también necesita que los padres o maestros les impongan obligaciones, límites y consecuencias. Las obligaciones son las responsabilidades asignadas a los niños. Puede tratarse de sus tareas escolares o labores hogareñas como poner la mesa o hacer su cama. Cada familia tiene su propia manera de organizarse y sus propias necesidades de orden.

No hay reglas fijas acerca de cuales deben ser las responsabilidades de los niños, pero tienen que adherirse a los Derechos Humanos de la Infancia. Es muy importante que las responsabilidades sean apropiadas a la edad del niño y que acompañen las actividades nutricias y lúdicas arriba mencionadas.

En todos los hogares, escuelas y otros espacios existen ciertas prohibiciones y límites al comportamiento. También los adultos tenemos límites para nuestra conducta. Las leyes que rigen nuestra convivencia social restringen muchas de nuestras actividades y posibilidades. Sin embargo, es necesario hacer una diferencia entre los límites a la conducta y el respeto a los sentimientos.

Los límites que aplicamos en la casa a la conducta infantil, permiten que el niño crezca conociendo y experimentando las restricciones, a las que se va a tener que acostumbrar tarde o temprano. Cuando los padres y maestros permiten que el niño haga lo que quiera, están favoreciendo un desarrollo descontrolado de niño y propician problemas que más adelante deberán resolver la policía u otras autoridades.

Sin embargo, a veces el niño no cumple sus obligaciones ni obedece los límites. Es entonces cuando se pueden implementar algunas consecuencias y alternativas al regaño y castigo como lo describen Faber y Mazlish (1989)

• En vez de regañar, indíquele la forma de realizar la obligación.
• En vez de castigar, ofrezca una alternativa de elección.
• En vez de pegar, emprenda una acción, como por ejemplo retirarlo o refrenarlo.
• Deje que experimente las consecuencias de su propio comportamiento, sin discursos ni regaños.
• Exprese con energía sus sentimientos e indíquele lo que se espera de él.
• Demuéstrele como cumplir de manera satisfactoria.
• Si no funciona, déle elecciones o emprenda acciones.

Permitir espacios de elección libre

Existe una tercera necesidad de los niños para desarrollarse sanamente y convertirse en adultos independientes y maduros. Los niños no solamente necesitan ser amados, cumplir sus obligaciones y respetar las reglas o límites de convivencia. También requieren de áreas de elección libre. Necesitan poder manifestar sus ideas y sentir que tienen espacios donde se pueden expresar.

Es importante que el niño tenga un lugar aunque sea pequeño, donde pueda jugar haciendo desorden, ruido o ensuciándolo. Tal vez el padre de familia asigna este espacio, mientras que en otras áreas de la casa, esta misma conducta sea prohibida.

En muchos momentos de la cotidianidad del adulto con el niño, se puede fomentar la autonomía e independencia del niño permitiéndole elegir entre varias opciones como por ejemplo:

• Entre diversos alimentos durante el desayuno.
• Entre dos pantalones y dos camisas.
• Entre distintos horarios para ver la TV etcétera.

Estos permisos de elección pueden acompañarse con límites impuestos para otras actividades. Tal vez no hay permiso para que la niña se ponga su vestido de fiesta para salir a jugar al jardín, pero sí se le permite elegir entre dos vestidos que usa cotidianamente.

En conclusión, para que un niño crezca sanamente necesita que los padres los eduquen siguiendo tres lineamientos generales que son:

1. Establecer una relación nutricia.
2. Determinar obligaciones, límites y consecuencias.
3. Permitir espacios de elección libre.

Cada uno de estos lineamientos por sí solo, no es suficiente para satisfacer lo que necesitan los niños para florecer; es necesario ser constante y congruente en el ejercicio de estos tres lineamientos, anteponiendo siempre el cuidado, bienestar y amor hacia los niños.

http://www.derechosinfancia.or.mx/

Faber, A. y Mazlish, E. (2001) Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen. México, Diana. Segunda Impresión.